El viernes era su día. Ellos lo sabían. Y lo único que hicieron fue dejarse llevar y vivir el momento. Porque cuando se trabaja, se sale con la convicción de hacer bien las cosas. Y ellos lo consiguieron. Nervios, carreras, lágrimas, risas... todo valía este día en el que volvíamos al escenario después de dos años. Ninguno de ellos se quiso perder esta experiencia que se llevan en su mochila para toda la vida. Una mochila que seguirán cargando ya fuera de La Espinosa y que tenemos el privilegio de que han empezado a llenarla con nosotros.